SANTO DOMINGO. El panorama político dominicano, siempre dinámico y a veces turbulento, tiene un nuevo fenómeno que no pasa desapercibido: el meteórico ascenso de Eduardo "Yayo" Sanz Lovatón dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Y la prueba más contundente de su impacto no son solo las encuestas o los mítines llenos, sino la creciente virulencia de los ataques dirigidos hacia su figura desde ciertos sectores internos. El "ruido" no es casualidad; es el síntoma de una amenaza percibida.
El crecimiento constante de Yayo, sustentado en una conexión palpable con sectores populares, una comunicación directa y una agenda visible de trabajo territorial, ha dejado de ser una simple anécdota para convertirse en un factor decisivo en la carrera hacia la candidatura presidencial del PRM. Su nombre resuena con fuerza, su mensaje cala. Y esto, inevitablemente, desplaza.
Es aquí donde surge el patrón revelador: los ataques personales, las descalificaciones infundadas, las campañas de descrédito que intentan minar su imagen. ¿Por qué tanto esfuerzo por desacreditar a Yayo si no representara una competencia real y ascendente? La respuesta es obvia: su solidez y su capacidad de movilización están reconfigurando el tablero interno, inquietando a otros que se consideraban presidenciables naturales o mejor posicionados.
La estrategia del ataque es, en el fondo, el reconocimiento tácito de su fuerza. Es el reflejo del nerviosismo de quienes ven cómo Yayo, con trabajo constante y una propuesta que conecta, les está ganando terreno. En lugar de presentar ideas más convincentes, proyectos más sólidos o una conexión más auténtica con la gente, optan por la vieja táctica de intentar derribar al que emerge.
Ante este panorama, el llamado es claro y urgente:
- A los otros precandidatos y figuras del PRM: ¡Concéntrense en trabajar!
La competencia interna debe ser sana y basada en propuestas, no en zancadillas. El legado que pretenden dejar al país no se construye con ataques mezquinos a un compañero de partido, sino con planes de gobierno serios, debates de altura y una demostración palpable de capacidad y compromiso con el desarrollo nacional. ¿Qué ofrecen ustedes que sea mejor? Muéstrenlo con hechos, no con diatribas. Dejen que el pueblo decida, no el descrédito. - A Eduardo "Yayo" Sanz Lovatón: ¡Yayo, no le bajes!
Los ataques son el precio del crecimiento político genuino. Son la prueba de que estás en el camino correcto, tocando intereses y desafiando el status quo. Mantené el rumbo. Seguí conectado con la gente, seguí trabajando con la misma intensidad y autenticidad que te ha traído hasta aquí. Que el ruido de fondo no te distraiga del objetivo principal: servir y presentar tu visión para el país. Tu resiliencia ante estos embates es parte fundamental del liderazgo que el momento exige.
El PRM y la República Dominicana merecen una contienda interna que eleve el nivel del debate político, que se centre en los problemas reales del país y en las soluciones innovadoras. Los ataques contra Yayo Sanz Lovatón solo evidencian su peso creciente y la ansiedad de quienes se sienten superados por su ímpetu.
Que la contienda se defina por la calidad de las ideas, la solidez de los proyectos y la capacidad de inspirar, no por la artillería del desprestigio. Al país le urge un debate serio, no una guerra sucia. Concentrémonos en el legado, no en el lodazal. Y a Yayo, que siga demostrando por qué es la figura que hoy genera tanto ruido… y tantas esperanzas. No le bajes.
Por: Alexander Olivence G.