La Navidad, tradicionalmente un tiempo de esperanza y unión en los hogares dominicanos, se ha visto empañada este año por el descontento generalizado en torno a la distribución de los bonos navideños. Este beneficio, diseñado para aliviar las cargas económicas de las familias más vulnerables, no cumplió con su propósito en muchos hogares del país. En lugar de llegar a quienes más lo necesitaban, los bonos parecen haberse quedado en los bolsillos de dirigentes y allegados al Partido Revolucionario Moderno (PRM), alimentando críticas por la falta de transparencia en su asignación.
Recientemente, diversos medios y líderes de opinión han señalado irregularidades en la entrega de estos subsidios. El periodista Geraldino González denunció que figuras públicas y personas en condiciones no vulnerables fueron incluidas como beneficiarias del programa, cuestionando la eficacia del Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN), creado precisamente para garantizar que los recursos lleguen a quienes más lo necesitan. González también criticó la politización del proceso, acusando a líderes del PRM de manejar la distribución de manera desordenada y favoreciendo a sus allegados en lugar de cumplir con los criterios establecidos  .
Por otro lado, reportes de N Digital destacaron que ciudadanos dominicanos que residen en el extranjero también recibieron el bono, lo que contraviene las normativas del programa y refuerza las dudas sobre la supervisión y transparencia del proceso .
El clientelismo político que caracteriza la entrega de ayudas sociales no es un fenómeno nuevo, pero este año alcanzó niveles alarmantes. Sin criterios claros ni mecanismos de supervisión adecuados, los bonos navideños se convirtieron en una herramienta para premiar a los dirigentes de base del PRM, relegando al olvido a miles de dominicanos que realmente dependían de esa ayuda para llevar alimento a sus mesas durante las festividades.
La ausencia de rendición de cuentas por parte de las autoridades es preocupante. Hasta el momento, no se han presentado informes que expliquen cómo se distribuyeron los bonos, cuántos llegaron efectivamente a manos de las familias vulnerables ni qué medidas se tomaron para garantizar su correcta asignación. Esta opacidad erosiona la confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas y pone en entredicho el compromiso del gobierno con los más necesitados.
Este episodio debe servir como un llamado de atención. En un país donde la pobreza y la desigualdad siguen siendo desafíos significativos, el mal uso de los recursos destinados a apoyar a los más necesitados es inaceptable. La sociedad dominicana merece un gobierno que administre los fondos públicos con justicia y transparencia, priorizando siempre a quienes realmente lo necesitan por encima de los intereses partidarios.
La Navidad no debería ser una época de indignación, sino de solidaridad y esperanza. Para que esto sea posible, es fundamental que el gobierno reflexione sobre sus acciones, rinda cuentas al pueblo y tome medidas concretas para garantizar que los recursos públicos se manejen de manera ética y responsable en el futuro.
Por Brendaly Morel