Tel Aviv, Israel. – Israel atraviesa un incremento significativo en la emigración de su población, alcanzando cifras históricas que preocupan a las autoridades y analistas. Según reportes recientes, más de 82 000 personas salieron del país en 2024, la cifra más alta en quince años, mientras que en los primeros cinco meses de 2025 ya se han registrado alrededor de 23 000 nuevas salidas.
El fenómeno, conocido como fuga de cerebros, afecta de manera especial a profesionales altamente calificados en sectores como la tecnología, la ciencia y la medicina. Expertos advierten que este éxodo amenaza con debilitar la competitividad y la capacidad innovadora del país, considerado tradicionalmente como un referente mundial en investigación y desarrollo.
Aunque los motivos para emigrar son diversos, entre los más citados figuran la búsqueda de mejor calidad de vida, oportunidades profesionales en el extranjero y factores sociales y políticos internos. Investigaciones recientes señalan que cerca del 70 % de los científicos israelíes que salen al exterior no regresan, lo que agrava la pérdida de talento nacional.
El contexto de seguridad también influye en estas decisiones. Los recientes ataques con misiles lanzados desde Irán, que impactaron instalaciones de investigación en el Instituto Weizmann en junio, han intensificado la sensación de vulnerabilidad. Si bien no se reportaron víctimas fatales, el hecho puso en evidencia los riesgos que enfrenta el ecosistema académico y científico del país.
Para Israel, el desafío radica en contener este flujo migratorio y generar condiciones que permitan retener a su capital humano, al mismo tiempo que enfrenta presiones externas y divisiones internas. De no revertirse esta tendencia, advierten expertos, el país podría experimentar repercusiones sociales, económicas y políticas de gran alcance en los próximos años.