Santo Domingo, RD — La calle Arístides Fiallo Cabral se convirtió este miércoles en un corredor de duelo. Decenas de ambulancias de funerarias ocuparon ambos lados de la vía frente al Instituto Nacional de Patología Forense, donde eran trasladados los cuerpos de las víctimas del trágico incidente ocurrido en la discoteca Jet Set.
Desde tempranas horas de la madrugada, familiares y allegados de los fallecidos se congregaron a la espera de la entrega de los cadáveres, un proceso descrito por muchos como lento y desgastante. “Estamos desde antes de las 6:00 de la mañana y todavía no sabemos nada”, expresó un hombre visiblemente agotado, mientras se protegía del sol con una funda plástica.
Dentro de las instalaciones, la escena era aún más desoladora. Personas con el rostro marcado por el cansancio y la incertidumbre formaban largas filas, ya sea para reclamar los cuerpos identificados o para buscar noticias sobre sus seres queridos desaparecidos. El dolor se acentuaba por la complejidad del proceso de identificación, dificultado por el estado en que llegaron los cuerpos, muchos con la ropa destruida o con lesiones que impiden un reconocimiento inmediato.

“Cada minuto de espera es una tortura”, afirmó una señora que intentaba identificar el cuerpo de la madre de una amiga, aludiendo también a la falta de información clara por parte del personal médico forense.
Ante este panorama, el Colegio Dominicano de Psicólogos (CODOPSI) activó un dispositivo de apoyo emocional tanto para los familiares como para el personal que labora en el centro. Yanis Mejía, presidenta del gremio, explicó que la tragedia ha generado una “crisis emocional colectiva” que sobrepasa a los afectados directos.
Mejía anunció la coordinación de un plan de seguimiento psicológico junto a varias instituciones del Estado, disponible para cualquier ciudadano que requiera asistencia emocional durante estos momentos de duelo nacional.
La tragedia en Jet Set ha dejado un vacío irreparable en decenas de hogares, mientras el país entero sigue intentando procesar el impacto de lo ocurrido. La entrega de los cuerpos continúa, entre lamentos, oraciones y el clamor por respuestas.