Con la caída del régimen de Bashar al Asad tras la toma de Damasco, se ha destapado una aterradora realidad: la prisión de Sednaya, conocida por ser un centro de torturas sistemáticas y ejecuciones extrajudiciales. Miles de opositores al régimen y civiles considerados "enemigos" fueron detenidos, sometidos a brutales torturas y, en muchos casos, ejecutados en condiciones inhumanas.
Investigaciones revelaron la existencia de túneles y celdas ocultas donde los prisioneros sufrían abusos continuos, una práctica documentada por organizaciones como la Red Siria para los Derechos Humanos (SNHR). Según esta ONG, más de 15.000 personas fueron torturadas hasta la muerte desde el inicio de la guerra civil, y el 98 % de estos casos se atribuyen directamente al régimen de Al Asad.
Además, se registraron más de 150.000 detenciones arbitrarias, mayoritariamente realizadas por fuerzas del régimen sirio. Estos actos, considerados crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, han suscitado llamados a la justicia por parte de organizaciones internacionales como el European Center for Constitutional and Human Rights (ECCHR).
¿Se llevará a Bashar al Asad ante la justicia?
La Corte Penal Internacional (CPI) surge como una posible vía para juzgar a Bashar al Asad. Sin embargo, tanto Siria como Rusia, donde Al Asad ha buscado refugio, no son miembros de esta corte. Esto complica su jurisdicción. A pesar de ello, expertos en derecho internacional, como Claus Kreß, sugieren que un nuevo gobierno sirio podría adherirse retroactivamente a la CPI, lo que abriría la puerta a investigaciones y posibles enjuiciamientos.
Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU podría aprobar una resolución para activar la CPI, aunque es probable que Rusia utilice su poder de veto para bloquearla. Ante este panorama, la posibilidad de que Bashar al Asad enfrente la justicia internacional sigue siendo incierta, pero las atrocidades cometidas en Sednaya y otros centros de detención no quedarán en el olvido.