Washington, D.C., 8 de mayo de 2025 — La comunidad inmigrante de Washington vive días de creciente temor e incertidumbre tras una serie de redadas migratorias dirigidas contra trabajadores de restaurantes y repartidores de comida a domicilio. Reportes de detenciones por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) han encendido las alarmas entre residentes y organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes.
“Tenemos miedo de salir a trabajar”, expresó un joven venezolano que trabaja como repartidor en UberEats y pidió no ser identificado. Yuniel, de 27 años, relata que salió a trabajar el martes por la noche “porque las cuentas no esperan”, pero que lo hizo con miedo constante. “Eso nos afecta tanto para nuestra tranquilidad como para la posibilidad de hacer dinero de manera honrada”, indicó. El joven se encuentra en proceso de asilo desde su llegada a EE.UU. hace tres años, situación ahora en riesgo debido al endurecimiento de las políticas migratorias bajo la administración del presidente Donald Trump.
El mandatario republicano, que asumió el poder en enero, prometió una histórica campaña de deportaciones. A finales de abril, su “zar de la frontera”, Tom Homan, anunció que el número de redadas en lugares de trabajo “se ha triplicado este año y se triplicará de nuevo”.
Organizaciones pro-inmigrantes han confirmado reportes sobre operaciones masivas de ICE en diversos puntos de la capital, incluidos restaurantes y barrios residenciales. En respuesta, han emitido alertas instando a los trabajadores a conocer sus derechos, guardar silencio en caso de ser abordados y portar documentos que prueben su estatus migratorio o su tiempo en el país.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, expresó su preocupación. “Los he estado recibiendo toda la mañana. Me preocupan”, señaló. “Parece que ICE está en restaurantes o incluso en barrios, y no parece que estén atacando a delincuentes. Es perturbador”, agregó, asegurando que la policía metropolitana no ha participado en dichas operaciones.
Mientras tanto, el miedo crece en una ciudad que, durante años, ha sido considerada un refugio para miles de inmigrantes que buscan rehacer sus vidas lejos de la persecución o la pobreza.