Moscú.- En el corazón de la plaza Roja y flanqueado por líderes aliados, el presidente ruso Vladímir Putin presidió este jueves el desfile militar conmemorativo por el 80 aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, un evento cargado de simbolismo bélico y marcado por referencias directas a la actual guerra en Ucrania.
“Rusia fue y seguirá siendo una barrera infranqueable contra el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo”, declaró Putin desde la tribuna oficial, aludiendo sin rodeos a Kiev y reiterando el relato oficial que justifica la invasión de Ucrania como una cruzada contra el nazismo moderno. “Nos enfrentamos a quienes promueven ideas agresivas y destructivas”, añadió, en una jornada que mezcló memoria histórica con propaganda de guerra.
El desfile, que exhibió cerca de 130 equipos militares —incluidos misiles balísticos intercontinentales, tanques T-90M y drones de última generación— contó con la participación de tropas rusas y destacamentos de una docena de países, entre ellos una guardia de honor del Ejército Popular de Liberación de China.
Xi Jinping, el invitado de honor
Putin compartió tribuna con su aliado más cercano, el presidente chino Xi Jinping, con quien mantuvo una conversación constante durante todo el acto. También estuvo acompañado por Iván Martinushkin, veterano centenario y último superviviente ruso que participó en la liberación del campo de concentración de Auschwitz.
Junto a Xi, desfilaron líderes afines a Moscú como los presidentes de Venezuela, Cuba y Brasil, así como figuras autoritarias como el mandatario de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y el líder bielorruso Alexandr Lukashenko. Notoria fue la ausencia de representantes de potencias occidentales y de países aliados en la Segunda Guerra Mundial, cuya presencia sí fue habitual en conmemoraciones pasadas.
Un mensaje para el presente
En su discurso, Putin pidió un minuto de silencio por los caídos en la guerra y aseguró que “la verdad y la justicia están de nuestro lado” en lo que denominó la lucha contra la rehabilitación del nazismo, acusación que volvió a dirigir al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, pese a su origen judío.
El presidente ruso aprovechó la ocasión para enaltecer el patriotismo y el apoyo interno a la “operación militar especial” en Ucrania, y rindió homenaje al sacrificio soviético durante la Segunda Guerra Mundial, en la que la URSS perdió 26 millones de personas. También reconoció el papel de los aliados occidentales en la derrota del nazismo, destacando la apertura del segundo frente en Europa como un factor decisivo.
“El esfuerzo conjunto permitió la derrota total de la Alemania nazi, del Japón militarista y de sus aliados en distintas regiones del mundo”, afirmó.
Tecnología y poderío militar
El desfile fue también una vitrina del poderío militar ruso. A los ya tradicionales tanques y misiles se sumaron drones de combate, como los Gueran-2, considerados versiones rusas de los Shahed iraníes, y los kamikaze Lantset, utilizados con efectividad en el frente ucraniano. La presencia de estas aeronaves no tripuladas marcó un nuevo eje en la evolución de las exhibiciones militares rusas.
Pese al clima bélico, el desfile transcurrió sin incidentes. Aunque Ucrania no se adhirió a la tregua unilateral de tres días propuesta por Moscú, no se reportaron ataques con drones durante las celebraciones, permitiendo al Kremlin proyectar una imagen de estabilidad y control.