BARAHONA. — En la comunidad de Las Salinas, provincia de Barahona, los residentes viven una paradoja dolorosa: poseen la mina de yeso más grande del Caribe, pero siguen sumidos en la pobreza extrema mientras su entorno natural se destruye día tras día.
La mina, operada por Cemex Dominicana, debía aportar al municipio el 5 % de los beneficios netos de la explotación, según lo establece la ley. Sin embargo, un contrato firmado en 2017 cambió ese beneficio por un pago simbólico de apenas RD$ 2.30 por tonelada de yeso, dejando al pueblo prácticamente sin compensación por la riqueza que sale de su suelo.
El impacto ambiental es visible y alarmante. El río Lemba, fuente de vida para decenas de familias agricultoras, ha sido gravemente afectado por el polvo y los residuos de la mina, que contaminan el agua cada vez que llueve. Las parcelas que antes daban sustento hoy están cubiertas de yeso, y muchos campesinos se han visto obligados a abandonar la tierra.
Los moradores también denuncian problemas de salud respiratoria por el polvo que se extiende por toda la zona, mientras el pueblo continúa sin los servicios básicos prometidos. No hay centros tecnológicos, falta agua potable y los camioneros locales se sienten excluidos de los contratos de transporte del material extraído.
Ante esta situación, el ayuntamiento de Las Salinas presentó una demanda contra Cemex Dominicana por daños, perjuicios y violación a la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente. También se ha acudido a las autoridades ambientales por la contaminación del río y el deterioro de la zona.
Los comunitarios advierten que, si no reciben respuestas concretas del Estado y de la empresa, pasarán de los tribunales a la protesta en las calles. “Solo pedimos lo justo, que nuestra riqueza no siga dejando miseria”, expresan con indignación.
