SANTO DOMINGO. En un mundo cada vez más conectado y dependiente de la tecnología, analistas alertan sobre el avance de una posible “digitadura digital”, una forma moderna de autoritarismo basada en la vigilancia masiva, la centralización de datos personales y el uso de identidades digitales que podrían otorgar a los gobiernos o corporaciones un poder sin precedentes sobre los ciudadanos.

Este nuevo modelo de control se fundamenta en la identidad digital (ID digital), un sistema que unifica datos biométricos, financieros, sociales y de comportamiento de cada individuo. Con esta herramienta, se puede rastrear cada movimiento, compra, opinión o relación, generando un perfil completo que facilita el control social y político.

Mecanismo de la digitadura digital

El proceso comienza con la creación de una identidad digital única que integra información como huellas, rostro, historial médico, cuentas bancarias y actividad en línea. Una vez implementada, esta identidad se vincula a todos los servicios esenciales: salud, educación, transporte, telecomunicaciones y comercio.
A través de algoritmos y sistemas de vigilancia automatizada, las autoridades pueden premiar o castigar el comportamiento ciudadano, restringir accesos, suspender beneficios o limitar derechos. El anonimato desaparece y la disidencia se vuelve fácilmente rastreable.

Riesgos y consecuencias

Expertos en derechos digitales advierten que este modelo representa una seria amenaza para la privacidad, la libertad de expresión y la autonomía personal. La concentración de información en manos del Estado o de grandes corporaciones tecnológicas permitiría establecer sistemas de clasificación social, excluir a disidentes y restringir derechos fundamentales con base en criterios opacos o automáticos.

Además, el uso de algoritmos sin supervisión humana puede generar discriminaciones arbitrarias, dificultando la defensa o apelación de decisiones automatizadas. En algunos países, como China, sistemas de crédito social ya evalúan el “comportamiento cívico” de los ciudadanos, determinando su acceso a transporte, préstamos o educación, lo que muchos consideran una señal de lo que podría ser la primera dictadura digital del siglo XXI.

Advertencia para las democracias

La digitadura digital no llega de golpe, sino mediante avances tecnológicos que prometen eficiencia y seguridad, pero que lentamente socavan la libertad. En el caso de América Latina, varios gobiernos promueven la implementación de identidades digitales nacionales sin que existan leyes de protección de datos sólidas o mecanismos de control ciudadano.

Especialistas recomiendan que las sociedades democráticas exijan transparencia, límites claros al uso de datos biométricos, derecho al anonimato en ciertas actividades y control público sobre los sistemas digitales. De lo contrario, advierten, el futuro podría estar marcado por un poder absoluto disfrazado de modernización.

La llamada digitadura digital plantea un desafío sin precedentes: cómo aprovechar la tecnología sin perder la libertad.

¡Comparte en tus redes!
Instala nuestra app
Exit mobile version