Bogotá, El estremecedor testimonio de Katherine Andrea Martínez, conocida como "Gabriela", ha sacudido a Colombia tras revelar detalles inéditos sobre la planeación y ejecución del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. La joven, de apenas 19 años, ofreció su declaración en un interrogatorio exclusivo publicado por la revista Semana.
Según el informe, Martínez confesó que el autor material del ataque fue un menor de edad, quien recibió la oferta de una suma entre 700 y 750 millones de pesos colombianos, equivalentes a aproximadamente 180 mil dólares, para llevar a cabo el crimen. La orden era directa: disparar sin piedad a la cabeza de la víctima.
El líder de la estructura criminal, identificado como el "Costeño", fue el encargado de organizar el ataque y dar las instrucciones al sicario.
La estrategia incluía que el joven atacante se entregara después de cumplir su misión, con la promesa de recibir un castigo limitado en un centro de reclusión juvenil, junto con una parte del dinero prometido.
Martínez relató que, el día del atentado, llegó al parque El Golfito, en el barrio Modelia de Bogotá, donde la esperaban alias el Costeño, el conductor Carlos Eduardo Mora, y el menor designado como sicario. En un vehículo estacionado, el grupo distribuyó el arma: una pistola Glock importada y modificada. Elder, conocido como el Costeño, explicó que el arma provenía del extranjero y había costado entre 15 y 20 millones de pesos, describiéndola como "un juguetote".
Además, la joven sostiene que, aunque se "bendijo" al menor antes del atentado y que Eder le aseguró que todo estaba planeado, en realidad, el atentado era una trampa. La intención era que el esquema de seguridad eliminara al joven de 14 años.
Martínez advirtió sobre un plan secundario de la organización para eliminar a quienes participaron en la operación, comenzando por el conductor, seguido del menor, y eventualmente por ella misma, como método para prevenir cualquier filtración de información.
Ante la amenaza inminente, Martínez decidió huir, siendo aconsejada por el Costeño de abandonar Bogotá, lo que la llevó hasta Florencia, en el sur del país. Ocho días después del atentado, fue localizada y arrestada por las autoridades, quienes le confiscaron dinero en efectivo, un celular y una navaja.
Este caso ha generado una fuerte conmoción en Colombia, no solo por la violencia del intento de asesinato, sino también por la frialdad con la que se utilizó a un menor en un ataque de alto perfil político.