Santo Domingo, República Dominicana – La política de becas y educación implementada por el gobierno dominicano bajo la administración de Luis Abinader ha generado un debate significativo y diversas críticas en la sociedad. La controversia principal radica en la asignación de recursos hacia áreas de estudio que algunos consideran alejadas de las necesidades prioritarias del país y que no reflejan los valores tradicionales dominicanos.
En lugar de destinar recursos a disciplinas esenciales como medicina, ingeniería y matemáticas, cruciales para el desarrollo infraestructural y económico del país, el gobierno ha decidido financiar programas en campos como estudios culturales y artes visuales, con enfoques específicos en perspectivas feministas y queer.
Si bien estos programas educativos son válidos en contextos académicos internacionales, han suscitado preocupación en sectores que consideran que las inversiones deberían priorizar áreas que fortalezcan la soberanía nacional y aborden las necesidades laborales más urgentes de la República Dominicana. La percepción de que estas decisiones pueden influir en la formación de una generación de profesionales con perspectivas y agendas que no se alinean con las estructuras sociales y valores tradicionales del país ha intensificado las críticas.
Existe el temor de que, en lugar de contribuir directamente al desarrollo económico y social del país, estos programas fomenten divisiones y desviaciones ideológicas que no reflejan las prioridades de la mayoría de los dominicanos. Además, algunos críticos sostienen que la promoción de estas becas puede ser interpretada como un impulso hacia una agenda LGBT y una supuesta “haitianización” del país, desviando recursos y atención de áreas fundamentales como la educación en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y el fortalecimiento de sectores estratégicos para el desarrollo nacional.